Mi niña ya no es princesa
Cuantas veces se han preguntado ¿Qué pasa con la infancia hoy en día?, y se han paseado por un montón de preguntas e ideas que al final, no satisfacen la necesidad de aclarar sus dudas.
El otro día, estuve en la escuela de mi hijo, compartiendo en un agasajo que organizaron a todas las madres en su día, algo que es muy normal en nuestro país, y además una tradición que extrañamente a diferencia de otras, aún se conserva; estando allí, compartiendo, comiendo pasapalos, riendo y festejando, me vinieron algunos recuerdos de mi infancia que seguro, si les cuento, más de uno se sentirá identificado y pueda que hasta carcajadas de risas aparezcan, y porque no, una que otra lagrimita. Por ejemplo recuerdo mi colegio, en el aula de clases, a los varones haciendo (más bien deshaciendo), con brincos saltos, lanzando papelitos y avioncitos, corriendo por toda el aula de clases (¿verdad chicos?), en fin, eran un manojo de hiperactividad incontrolable y casi siempre eran los que terminaban en la dirección con la citación para su representante. (¡Y que los abuelos de hoy digan lo contrario!).
Cuantas veces se han preguntado ¿Qué pasa con la infancia hoy en día?, y se han paseado por un montón de preguntas e ideas que al final, no satisfacen la necesidad de aclarar sus dudas.
El otro día, estuve en la escuela de mi hijo, compartiendo en un agasajo que organizaron a todas las madres en su día, algo que es muy normal en nuestro país, y además una tradición que extrañamente a diferencia de otras, aún se conserva; estando allí, compartiendo, comiendo pasapalos, riendo y festejando, me vinieron algunos recuerdos de mi infancia que seguro, si les cuento, más de uno se sentirá identificado y pueda que hasta carcajadas de risas aparezcan, y porque no, una que otra lagrimita. Por ejemplo recuerdo mi colegio, en el aula de clases, a los varones haciendo (más bien deshaciendo), con brincos saltos, lanzando papelitos y avioncitos, corriendo por toda el aula de clases (¿verdad chicos?), en fin, eran un manojo de hiperactividad incontrolable y casi siempre eran los que terminaban en la dirección con la citación para su representante. (¡Y que los abuelos de hoy digan lo contrario!).
Pues, amigas y
amigos, ¿adivinen qué?, lo que vi ese día en el cole de mi hijo varón, fue
exactamente todo lo contrario ¿Será que martes y venus intercambiaron
habitantes? Ahora bien, seguro
que también hemos pasado por la idea de lo que es tener una niña. Cuando una
mujer queda embarazada lo primero que nos viene a la mente es: ¿será niña o
niño? Normalmente las mujeres nos ilusionamos con las hembritas, y los
afortunados padres buscan siempre mantener el linaje y el apellido con los
varoncitos; y no los culpo, pues la necesidad de sentirnos identificados es
casi automática.
Al final, cuando
sabemos el sexo y nos dicen que será hembrita, lo primero en lo que piensan
papi y mami por lo general es como será: ¡amor! ¡Que tenga tu belleza pero mi
inteligencia!; ¡pero que no saque tu nariz! ¡Te imaginas que salga con el
temperamento de tu mamá! Y así un sin fin de comentarios comienzan a surgir
antes de la llegada del nuevo miembro. Pero en el fondo comenzamos a soñar con
esa princesita, linda, tranquila, traviesa, educada, inteligente. ¿Verdad que
si? Pensamos seguro, en comprarle ropita color rosa, y cuando sea una niña,
vestidos hermosos, cintas para el cabello, coloridos lazos. Por lo menos eso es
lo que toda madre sueña, y mientras más grande y rosado sea ese lazo MEJOR.
¿Qué pasa cuando esas
niñas crecen? Una reciente investigación llevada a cabo por la agencia The
Pineapple Lounge, encuestó a más de 1.000 niñas del Reino Unido de entre 8 y 14
años, a las que se consultó sobre sus gustos, intereses y anhelos en torno a lo
que quieren que las marcas sean para ellas. El estudio reveló que el 27% de las
niñas de entre ocho y diez años no les gustaba ni el color rosa ni las
princesas. Pero este dato aumenta a medida que estas cumplen años. De hecho, la
cifra trepó al 38% en los casos de las menores de entre once y doce años que no
se identificaban con estos valores y un punto más entre las jóvenes de trece y
catorce años de edad.
Y es que las
consumidoras del futuro han cambiado la tradición por la innovación. Y así, el
59% de ellas dijeron estar interesadas por los videojuegos.
Por otro lado el
sociólogo especializado en Moda Pedro Mansilla opina lo siguiente «Antes se
vivía en una cultura en la que todo cuanto tuviera que ver con la sexualización,
era tabú y, por ello, la ropa infantil estaba impregnada por el buen tono, la
educación y los modales. Ahora hay un clima de tolerancia que, unido al mundo
tecnológico –que les permite ver las tendencias de Hollywood, París o Tokio– y
a que se educan con la pequeña pantalla, propicia que la apariencia de las niñas
de ahora no tenga nada que ver con la que tuvieron sus progenitoras,
seguramente porque estas contaron con muchos menos espejos en los que mirarse».
Amigas, nuestras niñas nos imitan, y si no eres un buen estereotipo para ellas, solo buscaran alguien o algo más con quien o que identificarse, ya sea la pequeña pantalla, las redes, el cole, o el juego de minecraft.
Amigas, nuestras niñas nos imitan, y si no eres un buen estereotipo para ellas, solo buscaran alguien o algo más con quien o que identificarse, ya sea la pequeña pantalla, las redes, el cole, o el juego de minecraft.
Tenemos 2 opciones, adaptarse a jugar videojuegos y darle el toque femenino a eso, o resignarnos a un: ¡mamá! ¡O sea! ¡Si no sabes, no opines! Y seguro ella tomará las decisiones en casa.
Madre amiga, únete a
la lucha, que nuestras niñas vuelvan a ser: PRINCESAS.
#miniñamiprincesa
#elpoderdelbelleza
Excelente propuesta este blog... mujeres elegantes e inteligentes... y es verdad hay que prestarles más atención a las niñas porque están muy desatadas.
ResponderEliminarExcelente articulo, donde la educación de nuestros hijos es primordial y mas cuando se trata de las niñas y esa educación viene principalmente de casa!!!
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